Hace más de 6 meses tengo la bandera de esta causa, meses en
los que he pensado mucho en ti. Y he visto claro que te he tratado
injustamente. Debería haber sido mejor persona contigo, haberte tratado con
justicia. Pero esta manera de pensar quizá no sea la normal. Para empezar, los
muchachos de nuestra edad no usan la palabra justicia. A ellos les resulta
indiferente que las cosas sean justas o injustas. A la mayoría, más que el
hecho de que las cosas sean justas o injustas, les preocupa el placer que
puedan sacar de estas o como ser felices. La justicia tiene un carácter mayor,
masculino. Sin embargo, en mi situación esta es la palabra que más me conviene.
En estos momentos “que es placentero” o “como ser feliz” son proposiciones
demasiado complicadas; prefiero aferrarme a otros criterios. Por ejemplo, a si
algo es justo, honesto, o universal. En cualquier caso, creo que no he sido
justo contigo. Y, en consecuencia, te he arrastrado de aquí para allá y te he
herido muy hondo. Al hacerlo, también me he arrastrado y me he herido a mi
mismo. No es una excusa, no creas que trato de justificarme, es la verdad. Si
he dejado una herida en tu interior, esta herida no es sólo tuya, también es
mía. Así que no me odies por ello. Soy un ser imperfecto, desafinado. Mucho más
de lo que crees. Por eso no quiero que me odies, si me odiaras, me partiría en
mil pedazos. Sé que no puedo esconderme en mi caparazón y dejar que las cosas
solo pasen. Y meda la impresión de que tú haces eso. A veces te envidio
muchísimo, y tal ves te he arrastré de aquí para allá por ese motivo.
Quizás esta manera de ver las cosas sea analítica. La
terapia que me han aplicado realmente no lo es en absoluto. Pero una persona
que, como yo, está en tratamiento desde hace meses acaba pensando, lo quiera o
no, de forma analítica. “Esto ha
sucedido por tal cosa”, “esto significa lo uno e implica lo otro”. No tengo
claro que esta manera de analizar las cosas simplifique el mundo.
De todos modos, me doy cuenta de que, en comparación a cómo estuve
otrora, ahora me encuentro muy recuperado, y los que me han acompañado en esto
también perciben mi mejoría. Hace tiempo no era capaz de redactar unas líneas.
Escribirte en junio me costó sudor y lágrimas y sin volver a lo que
escribí, espero no haya sido nada
horrible para ti, pero ahora he logrado dirigirme a ti de forma relajada. Al
parecer, lo que yo necesitaba era esto: aire puro (y caliente), un lugar
tranquilo y apartado, una vida ordenada, ejercicio diario como también te lo
recomendaba. No sabes cuan fantástico es escribirle de esta manera a alguien!
Sentir que quieres comunicarle tus pensamientos, sentarte a la mesa, coger un
lápiz y escribirte algo me parece maravilloso. Aunque, al expresarlo, quede una
pequeña parte de lo que quiero decir. No importa. Solo por tener ganas de
escribirle a alguien ya me siento feliz. Son las 12:16 a.m. ya cené por segunda
vez y acabo de bañarme. Todo está en silencio y, al frente de mi casa, todo
está negro total, pero se ven luciérnagas, en esta época del año hay mucha más
vida acá en montería, es precioso, estoy seguro que te encantaría verlo.
Usualmente las estrellas se ven muy bien. La gente por acá tiene muchos
telescopios, me pregunto cuánto sabrán de las constelaciones, asumiría que algo
considerable puesto que aquí al caer la noche no hay nada que hacer. La gente
por aquí sabe mucho de pájaros, de flores y de insectos. Cuando hablo con
ellos, comprendo que soy un ignorante en muchos campos en los que no debería,
pero, no creas, ésta es una sensación muy agradable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario