viernes, julio 10, 2015

A (Fragmento)

Hace más de 6 meses tengo la bandera de esta causa, meses en los que he pensado mucho en ti. Y he visto claro que te he tratado injustamente. Debería haber sido mejor persona contigo, haberte tratado con justicia. Pero esta manera de pensar quizá no sea la normal. Para empezar, los muchachos de nuestra edad no usan la palabra justicia. A ellos les resulta indiferente que las cosas sean justas o injustas. A la mayoría, más que el hecho de que las cosas sean justas o injustas, les preocupa el placer que puedan sacar de estas o como ser felices. La justicia tiene un carácter mayor, masculino. Sin embargo, en mi situación esta es la palabra que más me conviene. En estos momentos “que es placentero” o “como ser feliz” son proposiciones demasiado complicadas; prefiero aferrarme a otros criterios. Por ejemplo, a si algo es justo, honesto, o universal. En cualquier caso, creo que no he sido justo contigo. Y, en consecuencia, te he arrastrado de aquí para allá y te he herido muy hondo. Al hacerlo, también me he arrastrado y me he herido a mi mismo. No es una excusa, no creas que trato de justificarme, es la verdad. Si he dejado una herida en tu interior, esta herida no es sólo tuya, también es mía. Así que no me odies por ello. Soy un ser imperfecto, desafinado. Mucho más de lo que crees. Por eso no quiero que me odies, si me odiaras, me partiría en mil pedazos. Sé que no puedo esconderme en mi caparazón y dejar que las cosas solo pasen. Y meda la impresión de que tú haces eso. A veces te envidio muchísimo, y tal ves te he arrastré de aquí para allá por ese motivo.
Quizás esta manera de ver las cosas sea analítica. La terapia que me han aplicado realmente no lo es en absoluto. Pero una persona que, como yo, está en tratamiento desde hace meses acaba pensando, lo quiera o no, de forma analítica.  “Esto ha sucedido por tal cosa”, “esto significa lo uno e implica lo otro”. No tengo claro que esta manera de analizar las cosas simplifique el mundo.

De todos modos, me doy cuenta de que, en comparación a cómo estuve otrora, ahora me encuentro muy recuperado, y los que me han acompañado en esto también perciben mi mejoría. Hace tiempo no era capaz de redactar unas líneas. Escribirte en junio me costó sudor y lágrimas y sin volver a lo que escribí,  espero no haya sido nada horrible para ti, pero ahora he logrado dirigirme a ti de forma relajada. Al parecer, lo que yo necesitaba era esto: aire puro (y caliente), un lugar tranquilo y apartado, una vida ordenada, ejercicio diario como también te lo recomendaba. No sabes cuan fantástico es escribirle de esta manera a alguien! Sentir que quieres comunicarle tus pensamientos, sentarte a la mesa, coger un lápiz y escribirte algo me parece maravilloso. Aunque, al expresarlo, quede una pequeña parte de lo que quiero decir. No importa. Solo por tener ganas de escribirle a alguien ya me siento feliz. Son las 12:16 a.m. ya cené por segunda vez y acabo de bañarme. Todo está en silencio y, al frente de mi casa, todo está negro total, pero se ven luciérnagas, en esta época del año hay mucha más vida acá en montería, es precioso, estoy seguro que te encantaría verlo. Usualmente las estrellas se ven muy bien. La gente por acá tiene muchos telescopios, me pregunto cuánto sabrán de las constelaciones, asumiría que algo considerable puesto que aquí al caer la noche no hay nada que hacer. La gente por aquí sabe mucho de pájaros, de flores y de insectos. Cuando hablo con ellos, comprendo que soy un ignorante en muchos campos en los que no debería, pero, no creas, ésta es una sensación muy agradable.

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